Este octubre de 2023 fue el más cálido en la historia del mundo. Es síntoma de algo innegable: el Cambio Climático es una realidad que acarrea consecuencias muy graves, entre ellas: aumento de las temperaturas que provoca variaciones en los patrones climáticos, eventos meteorológicos extremos y un incremento en las olas de calor.
También el cambio en los patrones de precipitación que dan lugar a sequías prolongadas e inundaciones sin precedentes así como la desglaciación y deshielo; el aumento del nivel del mar; el impacto en la biodiversidad; la amenaza para la seguridad alimentaria y su repercusión en la salud humana. Lo que es evidente es que se intensifica la ocurrencia de eventos climáticos extremos como huracanes, tifones, ciclones, inundaciones y sequías y lo más grave es su afectación en la vida humana. No aprender de lo visto y ocurrido en Acapulco sería un acto imperdonable.
La preocupante realidad de México de la que poco se habla
Al 15 de noviembre de 2023 más del 71.5% del país enfrenta una sequía anormal, solo el 28.5% del territorio está en condiciones normales. Esta situación contrasta con los mismos días del año pasado donde el panorama era a la inversa: 71.4% por ciento del país estaba libre de sequía según el Monitor de Sequía del Servicio Meteorológico Nacional (SMN). Hoy, la Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM) se encuentra en situación crítica con recortes no vistos al abasto de agua por el bajo nivel en las presas del Sistema Cutzamala.
A nivel nacional el panorama es el mismo: en noviembre las presas alcanzaron un nivel promedio del 49.5%. Muy preocupante que en Querétaro apenas alcanzan un 4.7%, en San Luis Potosí un 15.8% y Tamaulipas con un 18.5%. De acuerdo con datos de la CONAGUA, en junio de 2023 a nivel nacional llovió 61% menos en relación con el promedio del mismo mes de 1991 a 2020. El escenario futuro es desolador; según la ONU, las sequías se duplicarán para el 2050.
Pero así como sufrimos por la falta de agua, hemos sido testigos de un huracán como Otis que, en cuestión de horas, alcanzó una categoría 5 con consecuencias devastadoras. Como lo hemos advertido, la recuperación de Acapulco y la costa de Guerrero llevará años y una inversión de al menos 300 mil millones de pesos. El cambio climático global es, por lo tanto, la mayor amenaza que enfrenta la vida tal y como hoy la conocemos, pero pocos hablan del tema. Lo que se ha normalizado, tolerado e intensificado no es la prevención, las medidas de mitigación o de regeneración ambiental sino, lamentablemente, es el crecimiento poblacional, la sobreexplotación del agua y la deforestación.
¿Cuál será el futuro?
No podemos quedarnos de brazos cruzados. El desastre en Acapulco reveló que mientras los daños de los fenómenos meteorológicos crecen, la protección a la población, la prevención y la planeación en el crecimiento urbano se quedaron estancados y no respondieron a la magnitud del problema. Hoy, según expertos, el 40% del país está expuesto a un riesgo, ya sea por sismos, sequías, inundaciones, incendios o huracanes. Según el Banco Mundial: 68.2% de la población mexicana y 71% del producto interno bruto (PIB) son proclives a sufrir los efectos de desastres naturales. Debemos reaccionar y prepararnos.
Son acciones impostergables en materia de prevención y atención de desastres:
Planes, programas y acciones integrales del Gobierno: En sus tres órdenes (Federal, estatal y municipal) debe ser el primero en estar preparado. En una encuesta, el 66% de los habitantes de Acapulco consideró que estaban poco o nada informados sobre la magnitud del huracán; eso es inaceptable cuando hoy se tiene la facilidad de acceso a los medios de comunicación y a las redes sociales para alertar a la población con anticipación. Debe restablecerse la operatividad del Fondo Nacional de Desastres (FONDEN) mejorándolo, siendo más transparente, con reglas de operación robustas y eliminando cualquier posible viso de corrupción.
Minimizar costos: La cultura de los seguros contratados, ya sea por el gobierno o por los privados, debe cambiar. Hoy, solo 7 de cada 100 hogares mexicanos cuenta con un seguro contra daños.
Y acciones impostergables para mitigar y revertir el Cambio Climático:
Transición hacia energías renovables: Fomentar la generación de energía a partir de fuentes renovables como la solar, eólica e hidroeléctrica, reduciendo las emisiones de gases de efecto invernadero asociados con la producción de electricidad.
Apostar por la eficiencia energética: Implementar medidas para reducir el consumo de energía en edificaciones, industrias y transporte. Esto incluye la adopción de tecnologías más eficientes, prácticas de construcción sostenibles y el fomento del transporte público y vehículos eléctricos.
Conservación forestal: Deben protegerse y gestionarse de manera sostenible los bosques y selvas; eso ayuda a absorber dióxido de carbono (CO2) de la atmósfera. Además, la reforestación y restauración de áreas degradadas pueden aumentar la capacidad de captura de carbono. Es doloroso ver que en la Zona Metropolitana del Valle de México se han perdido 210 hectáreas de suelo de conservación por año. La recarga del acuífero presenta una disminución promedio anual de 2,500 m3 por cada hectárea urbanizada.
Gestión del agua: Implementar medidas de conservación del agua, así como infraestructura que ayuden a adaptarse a la variabilidad climática. Esto incluye la captación de agua de lluvia, el tratamiento y reutilización del agua en industrias y hogares, la modernización de sistemas de riego y la gestión sostenible de cuencas hidrográficas. Es urgente una Ley de Aguas moderna y con visión de largo plazo y recursos suficientes.
Agricultura sostenible: Promover prácticas agrícolas que sean resistentes al cambio climático, como la agricultura de conservación, la rotación de cultivos y la gestión eficiente del agua. Con un control de los cultivos aplicables en cada zona del país derivado de la disponibilidad del agua.
Educación ambiental: Fomentar la conciencia ambiental y la educación sobre el cambio climático en la población es fundamental.
Nuestro llamado
Si México es de los países más vulnerables en el mundo ante el Cambio Climático, debe ser también de los principales ejemplos a seguir para revertir el calentamiento global, la emisión de contaminantes y en la prevención y gestión de crisis y desastres.
No podemos darnos el lujo de negar el saldo de una catástrofe ni creer que por decreto se superan las emergencias. Se requiere generosidad, empatía, sensatez y visión de largo plazo. Se requieren mejores políticas públicas y recursos suficientes. Se requiere poner al centro a las personas y dejar de creer que se puede dañar al medio ambiente sin que eso tenga terribles consecuencias. La cultura de protección civil debe fortalecerse; sociedad y gobierno deben trabajar juntos para proteger a la población y en situaciones críticas, deberán coordinarse para atender la emergencia y reconstruir los espacios destruidos. Nadie es mejor que todos juntos.